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La Finca de los Frailes la cultivamos en familia desde finales de los años 50. Tuvo que ser un buen terreno de cultivo cuando un siglo antes estuvo atendida por un grupo de frailes franciscanos. De hecho, en el momento que fue comprada casi toda la finca se encontraba en barbecho y un hermoso olivar del que aún se conservan algunos ejemplares, dominaba casi como único cultivo en los pocos bancales habilitados.

El cortijo de los años 50 aun conservaba elementos propios de los frailes como la galería de celdas, el aljibe, el horno para hacer pan y el corral para los animales.

En poco años se habilitó un tercio de la finca para el cultivo de la uva del barco que era lo que dominaba la región. Esta producción dio resultados muy satisfactorios y durante las décadas de los 50, 60, 70, 80 y 90 se llevó una política de inversión que llevó a la finca a ser “la más hermosa del pueblo”. Una red de caminos y acequias dio vida a un gran parral de 1500 ejemplares, 800 ciruelos, 900 naranjos, 300 almendros, etc.

Después, a finales de los años 90 la competencia con otro tipo de uvas “más modernas” hizo entrar a la finca en un proceso de continua transformación buscando opciones favorables en un mercado que se volvía cada vez más difícil.

Sebastián, el miembro de la familia que quedó al cargo de la finca, decidió entonces que buscaríamos una salida por la vía ecológica. A partir de 2005 se inició una difícil transformación, llena de escollos económicos, y que dio lugar a lo que hoy en día es la finca: un recogido valle entre las lomas Galera y Huechar, llena de verdor rural y diversidad donde se cultiva frutas y verduras ecológicas que se distribuyen principalmente en Almería y provincias limítrofes.